
A petición de ésta, Sahrazad cuenta cada noche una historia tan interesante que el rey queda prendido de sus relatos y cuando Sahrazad los interrumpe al amanecer, se ve obligado a posponer la ejecución para conocer el final de la historia. Y así durante mil y una noches, hasta que el rey, completamente enamorado, decide abandonar su propósito. Con la seducción de la palabra y la magia del cuento, la princesa logra evadir la condena.
Causó gran impacto en Occidente en el siglo XIX, una época en que las metrópolis impulsaban las expediciones e investigaciones geográficas y de culturas exóticas. Aunque Las mil y una noches se tradujeron por primera vez en 1704, esa primera versión al francés, de Antoine Galland, era una adaptación, un texto expurgado de los adulterios y hechos de sangre que abundan en el libro. Una de las traducciones que alcanzó popularidad fue la de Richard Francis Burton, diplomático, militar, explorador y erudito de la cultura africana.
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